LAS CARAS DE BÉLMEZ
El verano de 1971, en un pequeño pueblo desconocido llamado Bélmez de Moraleda, en casa de la familia Pereira, la señora de la casa estaba en la cocina preparando la comida cuando fue a retirar la sartén del fuego se dio cuenta de que al lado del fogón había una mancha extraña que tenía forma de cara humana. Se podía distinguir que la cara se parecía a la Santa Faz que hay en la iglesia de Jaén.
Cuando toda la familia vio aquel rostro en el suelo al lado del fogón, pensaron que sería una simple mancha que se asemejaba a un rostro, pero cada vez se podía distinguir más. Su hijo, Miguel, enfurecido por aquella aparición, decidió coger un pico y destruir la imagen que apareció en el fogón. Esto no sirvió de nada ya que volvió a aparecer la cara en la capa de cemento que había echado.
Entonces decidió ir a hablar con el alcalde para pedir permiso para escavar en su casa a ver de donde salían aquellas caras tan extrañas. Cuando escavó encontró nada más que huesos. Resulta que la casa de la familia Pereira y parte de la iglesia del pueblo fueron el cementerio del siglo XIII. Tras examinar los huesos, descubrieron que pertenecían a niños que las meretrices daban a luz y se deshacían de ellos. Fue un siglo de crímenes.
Al poco tiempo, después de tapar la excavación con cemento, nuevos rostros aparecieron y no solo el del fogón. Miguel volvió a picar todos los rostros hasta que se dio por vencido, ya que cuanto más veces picaba los rostros más aparecían. Se podía observar que había rostros tanto de mujeres como de hombres, con vestimenta o desnudos.
Mucha gente cree que todo esto ha sido manipulado por la familia para sacar fama o bien que lo hacían para burlarse de la gente. Muchos investigadores han pasado por esta casa de Bélmez y ninguno sabe como explicar este increíble suceso, ya que nadie ha sido capaz de demostrar que los rostros del suelo de la cocina de la familia Pereira hayan sido pintados con algún tipo de pintura o productos similares a nitratos o incluso sales de plata.
Pero los investigadores quisieron llegar más allá y realizar el experimento que por experiencia no podía fallar, la psicofonía. Al relaizarla se escucharon sonidos de voces que decían:
- “¡Borracho, aquí no acepto borrachos!”
- “Pobre Quico”
- “Quico, ¡Quico!”
- “Va con todos los hombres”
- “Entra mujer, entra”
- “El infierno empieza aquí”
- “Germán, pica, patio, levanta cemento”
- “Yo sigo enterrada”
- “Matar a él”
- “Es un abuso”
- “Yo he sido… tú”
- “Mamaaaa”
- “Una pena”
- “Almas hay”
Cuando toda la familia vio aquel rostro en el suelo al lado del fogón, pensaron que sería una simple mancha que se asemejaba a un rostro, pero cada vez se podía distinguir más. Su hijo, Miguel, enfurecido por aquella aparición, decidió coger un pico y destruir la imagen que apareció en el fogón. Esto no sirvió de nada ya que volvió a aparecer la cara en la capa de cemento que había echado.
Entonces decidió ir a hablar con el alcalde para pedir permiso para escavar en su casa a ver de donde salían aquellas caras tan extrañas. Cuando escavó encontró nada más que huesos. Resulta que la casa de la familia Pereira y parte de la iglesia del pueblo fueron el cementerio del siglo XIII. Tras examinar los huesos, descubrieron que pertenecían a niños que las meretrices daban a luz y se deshacían de ellos. Fue un siglo de crímenes.
Al poco tiempo, después de tapar la excavación con cemento, nuevos rostros aparecieron y no solo el del fogón. Miguel volvió a picar todos los rostros hasta que se dio por vencido, ya que cuanto más veces picaba los rostros más aparecían. Se podía observar que había rostros tanto de mujeres como de hombres, con vestimenta o desnudos.
En Noviembre de 1975, la familia decidió avisar a un parapsicólogo que este mismo quiso levantar todo el suelo y volverlo a enlucir con cemento. No tardaron mucho en volver a aparecer todos los rostros. Sin embargo, cuando pasó un tiempo después de la aparición de los rostros por última vez, empezaron como a desaparecer, difuminándose en el cemento y tras esto observaron que nuevos rostros, totalmente diferentes a los anteriores aparecieron encima de estos otros.
Aquí se puede observar algunas caras en el suelo de la cocina. (Cortesía de blogs.elcorreo.com) |
Pero los investigadores quisieron llegar más allá y realizar el experimento que por experiencia no podía fallar, la psicofonía. Al relaizarla se escucharon sonidos de voces que decían:
- “¡Borracho, aquí no acepto borrachos!”
- “Pobre Quico”
- “Quico, ¡Quico!”
- “Va con todos los hombres”
- “Entra mujer, entra”
- “El infierno empieza aquí”
- “Germán, pica, patio, levanta cemento”
- “Yo sigo enterrada”
- “Matar a él”
- “Es un abuso”
- “Yo he sido… tú”
- “Mamaaaa”
- “Una pena”
- “Almas hay”
También se escuchan nombres como “Miguel”, “Maoni” o “Ángela”. Burla o realidad, verdad o leyenda, lo que está claro es que “las caras” de Bélmez causan verdadero terror al contemplarlas.
Son muchos de los rostros que aparecieron en la capa de cemento de la cocina. (Cortesía de periodismodelmasalla.blogspot.com) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario