martes, 21 de mayo de 2013

De ruta por algunas partes de Jaén - Mari Carmen Godoy Mirón


TRES LUGARES PARA VISITAR EN JAÉN

Algunos de los lugares que te recomiendo visitar en esta ruta es el Palacio de los Vélez, La Virgen Blanca y la Imora, y Giribaile.

Leyenda del Palacio de los Vélez
En Jaén, hay una preciosa fachada de estilo Renacentista, del siglo XVII, que pertenece al Palacio de los Vélez, que es lo único que queda de dicho Palacio. Esta fachada tiene escudos nobles y un pequeño jardín.
Escudo de la fachada del Palacio(Cortesía de
http://www.redjaen.es/francis/?m=c&o=10074&letra=&ord=&id=60076)
Hoy en día la fachada está en el Colegio Oficial de Arquitectura de Jaén, situado en la Calle Valparaiso o como hoy en día se conoce como el callejón de la Mona. 

Cuenta la leyenda, que en este Palacio, hace ya mucho tiempo, vivía una familia muy adinerada, la cual tenía una hija muy hermosa que tenía todas las cualidades que una mujer debería tener. Era una doncella perfecta.

Todos los hombres, ricos y apuestos, querían pretenderla.

Ella se enamoró de un joven humilde. Unidos en un romance secreto del que disfrutaron el uno del otro durante un tiempo.

Un día, su padre descubrió la relación que tenían ambos y de la cual tomó una drástica solución. El padre decidió encerrar a su hija en la alcoba más alta de una torre que tenía el Palacio, pero no pensó en encerrarla por solo unos días sino para el resto de su vida. Levantó un muro delante de la puerta e incluso se dice que tapió la ventana dejando un solo hueco para que pasara el aire.

El joven iba todos los días al pie de la torre y ella a través del pequeño agujero que su padre dejó en la ventana, le lanzaba a la calle mensajes de amor que escribía en trozos de hojas de un libro que su padre le había dejado para que escribiera, pero a falta de tinta, ella se pinchaba su dedo con una astilla usando su propia sangre para escribirle los mensajes, y así lo hizo día a día hasta que murió.

Hoy se dice que el fantasma de una hermosa joven rubia y de ojos claros pasea su tristeza por las salas de lo que queda del Palacio de los Vélez.
Fachada del Palacio (Cortesía de http://www.redjaen.es/francis/?m=c&o=10074&letra=&ord=&id=10075)

Leyenda de la Virgen Blanca y la Imora
El paraje de la Imora es muy conocido gracias a su gran riqueza acuífera y además por el arroyo del Parral, que nace en las faldas del cerro del Neveral, que hizo que la zona desde la época romana fuera un espacio dedicado a la agricultura. Estos recursos los intentó rentabilizar el Condestable Iranzo con la construcción de una fuente y un abrevadero.

Muchos escritores musulmanes hablan de la ‘’Fuente Mora’’. Precisamente el origen de esa fuente se relaciona con otra leyenda, en la que cuenta que este manantial había nacido de las lágrimas de una mora, de ahí su nombre, que allí murió al encontrar el cuerpo de su esposo asesinado.

Gracias a la gran fertilidad agrícola que tiene el suelo y a la vista de pintorescas formaciones rocosas y ambiente misterioso, dan lugar a que haya leyendas sobre el paraje de la Imora.

Hay dos leyendas sobre dicho paraje. La primera de ellas que es del siglo XV, cuenta que un hortelano que solía arar su terreno cuidadosamente, ya que era un amante de la tierra, quería que los productos que naciesen de sus tierras nacieran con tanta calidad como el cariño que él había empeñado. Se sentó un momento para descansar sobre un roca, y al levantarse vio que debajo de él había una imagen y se parecía mucho al rostro de la Virgen María.

Tuvo tanta alegría de su hallazgo que rodeó la zona con piedras para darle culto en el mismo lugar. Desde entonces a aquel cerro se le llama ‘’Peñas de Nuestra Señora’’ y en su cumbre hicieron una pequeña ermita a la que llamaron ‘’Santa María la Blanca’’.

Ermita ''Santa María la Blanca''
(Cortesía de www.ideal.es

La segunda leyenda del paraje de la Imora es del siglo XIII, durante el reinado de Alfonso X el Sabio.

Esta leyenda empieza como la primera, de un labrador, pero en este caso estaba labrando su tierra cuando de repente golpeó una campana que estaba enterrada bajo la tierra. Le fue complicado extraerla, pero cuando la vio se quedó asombrado, en su interior tenía una imagen de la Virgen. Corriendo fue a contarlo a otros agricultores de la zona y fueron corriendo para comprobar que lo que decía era cierto.

Esta Virgen tenía una bonita corona y la llamaron ‘’Nuestra Señora de la Coronada’’, y en el lugar del suceso, cercano a la puerta de Martos. Construyeron una ermita para rendirle culto y una torre de refugio a los labradores en los ataques de los musulmanes para poder defenderse. Aunque también sirvió para formar una cofradía militarizada, la de los Ballesteros de la Coronada, cuya misión era defender la vida de los agricultores, las casas y las fuentezuelas del lugar.

Ambas leyendas han seguido su camino, pero la Virgen que sigue viva y activa es la Virgen Blanca, sin embargo la Virgen de la Coronada sólo queda como recuerdo histórico porque su imagen fue destruida en 1936 y de su ermita no queda nada.

Leyenda de Giribaile
Señor de Giribaile, dueño del castillo, fue un antiguo soldado aventurero, se apoderó de la fortaleza, sustituyendo la Media Luna por la enseña de la Cruz fue recompensado por el Rey quien le colmó de honores y riquezas dándole el castillo y todas las tierras dominadas por él. Lo mismo que creció en poder creció en orgullo y tiranía; mandó construir un torreón gigantesco, que hubiera llegado al cielo si no lo hubieran impedido las leyes físicas; cuando la terminó subió a ella, contemplando sus dominios: todo era suyo. Repetidas veces se decía: ‘’Yo soy Señor de Giribaile; no muero ni de sed ni de hambre’’ (Con ello daba entender su incalculable riqueza). 

Vista de la torre del Castillo de Giribaile (Cortesía de es.wikiloc.com)
Cuenta la leyenda que un poderoso rey moro estaba enamorado de una bella joven que vivía con sus padres y hermanos humildemente. Como era de religión diferente, no querían saber nada del rey.

Era tan orgulloso y confiado que paseaba libremente diciendo: ‘’De río a río, todo es mío, y nunca moriré, de hambre, de sed y de frío’’. Pero estaba tan enamorado de aquella joven que no podía vivir tranquilo, abusando de su poder, un día acechó a la pastora, que iba al río a lavar y entre gritos y alaridos se la llevó en su caballo.

El padre y el hermano de la muchacha, fueron en busca del rey ya que paseaba tranquilamente por sus tierras. Un buen día lo encontraron y lo llevaron a una cueva que había en la montaña encerrándolo en ella.

Allí murió el rey moro, castigado por su orgullo, de aquello que tanto presumía. Aun hoy se dicen los versos que él decía:
‘’De río a río, todo es mío, de sed y de hambre, y de frío’’.

Algunas de las fantásticas cuevas que rodean toda la montaña
(Cortesía de www.celtiberia.net)

Interior de las cuevas
(Cortesía de www.arqueomas.com)
Escaleras de piedra que llevan a las casas
(Cortesía de www.viajesalpasado.com)




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